El conflicto entre Israel y Palestina tiene raíces históricas, religiosas y políticas, que han involucrado las diferencias culturales entre judíos y musulmanes desde hace más de un siglo. El enfrentamiento actual se ha desarrollado por culpa del gobierno judío[1], que con ayuda de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), de la cual ha obtenido recursos para su lucha, ha ido arrebatándole territorio a los musulmanes, basándose en el sionismo, un movimiento político que buscaba establecer un “hogar nacional” para el pueblo judío. Esta ideología sionista es negativa para la humanidad debido a que está denigrando a otras personas al defender que los judíos merecen la tierra prometida, y deben ocuparla así cueste pasar por encima de los árabes de Palestina.
Las tensiones comenzaron a principios del siglo XX tras la caída del Imperio Otomano, al cual pertenecía Palestina. Este se desmoronó y el territorio fue ocupado por Gran Bretaña, que por medio de la Declaración Balfour manifestó su deseo de “favorecer allí la creación de un <<hogar nacional para el pueblo judío>> en Palestina”. (Sala, `A (2025, 6 febrero) Israel y Palestina: 70 años de guerra y muerte. Historia National Geographic.)
A partir de este momento, como explica National Geographic, el descontento árabe crece proporcionalmente al aumento de la población judía, manifestándose en la gran revuelta árabe de 1936, que exigía su independencia y el fin de la inmigración judía, asesinando 500 judíos y 150 británicos durante 3 años. Tras esto, los británicos planificaban la independencia de Palestina rechazando la partición en dos estados, limitando la inmigración judía y restringiendo las compras de tierras, por lo cual “el grupo paramilitar Irgun atentó contra la comandancia militar del Mandato británico en el Hotel Rey David matando a 92 personas“. (Ibidem)
Debido a esto la ONU establece la creación de dos estados tras la renuncia británica del mandato, la que aumenta el descontento árabe. No contenta con tener el 55% del territorio, Israel invade la península del Sinaí, en la cual, con apoyo europeo, consiguió la victoria. La invasión generó que una coalición de estados árabes se enfrentara a Israel, pero la tensión siguió con la guerra de Yom Kippur en la que Egipto y Siria reanudaron los ataques, pero no lograron recuperar territorio y firman entonces acuerdos de paz con Israel. Tras esto, en 1987 ocurre una revuelta popular de los palestinos conocida como “La Primera Intifada”, además de que es fundado en Gaza un grupo islamista con el objetivo de exterminar Israel, llamado “Hamas”.
La paz casi llega en 1993 con los Acuerdos de Oslo, pero fracasaron por la distribución del territorio. No mucho después, con “La Segunda Intifada” que comienza en el 2000, se dan levantamientos más violentos con ataques suicidas palestinos.
Pero comienza el conflicto en la franja de Gaza con la elección ganada por Hamas, caracterizado por varios enfrentamientos armados desde 2008 hasta que, con el ataque sorpresa de Hamas en 2023 en el que este grupo termina matando a más de 1.200 personas y tomando cientos de rehenes, la situación actual comienza. En respuesta Israel declaró la guerra y la franja de Gaza se convirtió en un escenario con números de víctimas civiles sin precedentes, la destrucción generalizada de la infraestructura y con un desplazamiento masivo de la población.
En primer lugar, Israel no ha actuado de buena manera porque su postulado, defendido por el sionismo, es inadecuado puesto que supone la superioridad de su cultura al poner por encima sus intereses sobre los de los palestinos, ya que tanto para judíos como para islámicos Jerusalén representa un punto neural para su religión y ambos merecen ocupar el territorio, aunque los primeros no tiene la fuerza para tomarlo, como ha hecho Israel, que también ha tenido asentamientos ilegales en Cisjordania, lo que ha terminado con violaciones de derechos humanos y según Amnistía Internacional “el sistema de opresión y dominación israelí contra los palestinos constituye una forma de apartheid” (palabra derivada del neerlandés significa separación o apartamiento, pero también fue un sistema de segregación racial y discriminación institucionalizada que se implementó en Sudáfrica entre 1948 y 1994).
Por otra parte, Palestina no se puede librar de la culpa por completo porque en varios momentos desde el posicionamiento de Hamas, se ha cruzado la línea entre el antisionismo y el antisemitismo, ya que como enuncia el Orden Mundial el antisionismo, se opone al movimiento político sionista, pero el antisemitismo ya pasa a expresarse en contra de la población judía en general, cosa que se evidencia con los ataques de Hamas a los civiles como medio para ejercer presión, ya que es una medida extrema que también va en contra de los derechos humanos.
Ambos hechos han causado un ciclo de violencia entre ambos bandos, que ha perjudicado a todos los involucrados y ha generado que la paz sea tan difícil de alcanzar.
En conclusión, esta guerra no ha hecho más que afectar tanto a israelíes como a palestinos, ya que el sionismo enfrentado con Hamas ha generado un ciclo que comienza desde muchos años atrás por el intento de una supremacía que domine el territorio sagrado que es Jerusalén buscado por el gobierno israelí y que continuó con las respuestas árabes violentas.
[1] Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Sudáfrica. (2024, 11 de enero). Declaración de apertura en la Corte Internacional de Justicia en la demanda de la República de Sudáfrica contra el Estado de Israel en virtud del Convenio para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio [Declaración ante la Corte Internacional de Justicia]. Corte Internacional de Justicia. https://www.icj-cij.org/sites/default/files/case-related/192/192-20240111-ora-01-00-bi.pdf