Había una vez un páramo llamado «Santurbán», este páramo daba la provisión de agua a cerca de dos millones de personas. En este páramo vivía una familia de osos de anteojos, una especie amenazada, ellos eran los que todos los días activaban un sistema para la provisión de agua. Un día esta familia salio de su cabaña para tomar una caminata, en medio de esa caminata, encontraron una cueva gigante que estaba llena de oro y diferentes minerales, la familia se puso contenta ya que podrían sacar provecho de esto.
La familia vendió parte de los minerales y parte del oro, ganando dinero de estas ventas. Este suceso fue comentado a un príncipe árabe heredero, ya que este príncipe estaba en busca de una fuente de minerales como la que la familia de osos de anteojos encontró en el páramo de Santurbán. El príncipe al enterarse de esto, preparó algunas máquinas y tomó rumbo a Santander para extraer los minerales del páramo de Santurbán. Al llegar al páramo con sus gigantes máquinas la familia de osos lo detiene y no lo deja pasar, le dicen que este páramo es propiedad solo de los animales que viven en él y las personas que cuidan de él, el príncipe les ofreció lujuria, dinero, riquezas, tierras, etc, por el páramo, pero los osos le dijeron que no estaba en venta, ni el resto de los animales que habitan en el páramo de Santurbán.
El príncipe se vio obligado a retroceder y volver a Arabia, dejando en paz el páramo y a los animales que habitan en él. Los animales pudieron vivir en paz tan pronto como el príncipe partió y no volvió.
