El cruce del río Arauca, por el ejército independentista, que desde mantecal conducía Bolívar hacia Colombia fue una decisión equivalente al cruce del Rubicón cuando Julio Cesar, procónsul romano, se opuso al senado y dijo a Pompeyo una guerra civil que tuvo consecuencias en el planeta.
‘’ La suerte está echada’’, le dijo a la gente de armas, el adalid al sospechar las responsabilidades que su resolución le acarreaba, así como Bolívar se hizo cargo de sus responsabilidades al fustigar su caballo con la rienda del 4 de junio de 1819 para atravesar el crecido y espumoso río que separaba la capitanía de Venezuela con el virreinato de la nueva granada.
Nueve años habían transcurrido desde que el pueblo latinoamericano, encabezado por los criollos más destacado, se rebelaron contra hegemonía española, depuso a sus mandatarios y busco sistemas de gobierno que le permitieran mejorar sus condiciones de vida, según lo venía preconizando en Europa el movimiento de ilustración, con exponentes tan destacados como Descartes, Voltaire, Montesquieu, Diderot, entre otros.
Estos promotores eran participantes de la razón antes que de la revelación y se malquistaron con los representantes de la nobleza y de la iglesia católica dado que ponían en peligro sus incontables privilegios.
