

La caída de Constantinopla, capital del Imperio Romano de Oriente, marcó un antes y un después, debido a que para su época era una fortaleza acorazada; el solo pensar en invadir o atacar la ciudad era una imaginaria utopía, un sueño casi irreal, dada la imponencia que despertaba esta cultura imperial en otras, con siglos de historia y fortaleza. Una de las razones por las que era conocido y respetado el imperio era su organización, estrategia y poderío militar, junto a su capacidad de control del comercio debido a los territorios que controlaba, ya que contaba con una vía dorada para la comercialización, protegida por la fuerza de sus flotas marinas que incontables veces habían protegido sus dominios, permitiéndoles controlar y realizar convenios con otras naciones y culturas, sacando beneficios para el control del comercio y por medio de este poderío trascendental, tener bajo sus manos el poder total. Por otra parte, sumado a ello, contaban con su capital, Constantinopla, conocida como la ciudad amurallada, una fortaleza cercada con metros de paredes que impedían y resistían cualquier ataque hecho hasta el momento. Sin embargo, todo en la tierra llega a su fin, terminando el glorioso Imperio Bizantino el 29 de mayo de 1453*, bajo el poder de los turcos otomanos. Una caída que marcó no solo el fin del imperio más longevo que ha visto la humanidad, sino que marca el fin de la Edad Media y el inicio de otra, la Edad Moderna, con el descubrimiento repentino de América, que, junto a la revolución en cómo se darían las guerras en la actualidad con el uso de la pólvora hecha por los otomanos para la toma de la capital, harían que la caída de una ciudad marcara con gran importancia la historia.
Primeramente, el uso de la pólvora en la caída del imperio de Constantinopla fue crucial y justo el punto débil que tenía dicha ciudad. Puesto que durante años usaron una manera de protección muy útil que fue el muro, el cual impedía el paso de todo, desde arriba con guardia constante hasta con posibles intentos de túneles, hecho que permitía a esta ser una coraza impenetrable, hasta que llegó la pólvora, que con su potencia podía lanzar objetos hacia la dirección que uno deseara, provocando gran daño, ventaja que sufrió Constantinopla, ya que la potencia de los artefactos que usaban esta permitía disparar a puntos precisos de la muralla y hacerla sucumbir, hecho que anonadó a muchos pueblos, ya que este tipo de artillería pesada no tenía rival en la época (excepto ella misma), debido a sus características de larga distancia o su gran peso que llegaba a más de 50 kg (este valor puede variar ampliamente) de sus balas de calibre promedio. Esto lograba que la potencia de fuego de la pólvora permitiera crear brechas significativas y debilitar estructuralmente las defensas, que no solo afectaba físicamente, sino que también en lo psicológico, al enfrentarse a un arma totalmente desconocida y que no se sabía cómo combatir su versatilidad, rapidez de recarga y daño supremo, hecho que cambiaba por completo las reglas del juego. En pocas palabras, el uso de la pólvora fue un avance tecnológico crucial,
que marcó un punto de inflexión en la historia militar, transformando en su totalidad la forma en la que se darían las guerras, incluso repercutiendo en nuestra actualidad, después de casi 600 años.
En segunda instancia, encontramos que la trascendentalidad de este evento recae en un hecho desencadenado de este, relacionado con el comercio, ya que con la conquista del territorio perteneciente al Imperio Otomano, se tenía el dominio de la única vía de comercio segura con la India, de donde se exportaban innumerables artículos y especias a toda Europa, que eran usadas como base de la alimentación y cultura. Sin embargo, los otomanos, sabiendo esto, bloquearon esta vía con altísimos peajes al tiempo que quitaron los controles de protección, haciendo no solo cara sino insegura a esta ruta tan crucial para el comercio. Es por esto que un inteligente y ambicioso marinero, Cristóbal Colón, que, sabiendo la necesidad de conectar con la India, patrocinado por los Reyes Católicos de España (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón), ideó una ruta revolucionaria que le daría la vuelta a la Tierra. Sin embargo, en su travesía no contaba con encontrar en su trayecto algo más valioso que la India misma: un continente completo, inexplorado y con una enorme riqueza, en su fauna, flora, mano de obra (esclavos) y lo más preciado, enormes cantidades de oro, esmeraldas, metales y otras piedras preciosas. Un descubrimiento que marcó el inicio de una enorme época para la humanidad, que, partiendo de esta, desencadenaría innumerables sucesos históricos, como la Conquista, las Colonias, la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, la independencia de las colonias, las Guerras Mundiales, la creación de la ONU, de los Derechos Internacionales, y una gran cantidad de sucesos que seguro nunca se hubieran dado si no fuera por la caída de Constantinopla, un hecho que verdaderamente pocos conocen, pero sin duda es de esos pocos eventos, como el nacimiento de Jesucristo, que marcan un cambio en la historia.
En síntesis, la caída de Constantinopla es un hecho al que se le atribuye el paso de una edad a otra. Sin embargo, no se le reconoce que este suceso fue el detonante de dos eventos que cambiaron absolutamente la vida y concepción del hombre, siendo en sí, escondido bajo el manto de ser solo el final del Imperio Bizantino, un hecho que dividió y revolucionó la historia en una magnitud un poco cercana al nacimiento del salvador, el hijo de Dios.