La pandemia que estamos viviendo desde el año pasado, cambió no solo mi estilo de vida, sino el de muchas personas de una forma que nunca me imaginé.
Todo inició cuando apareció el virus en China y hablábamos con la profesora Teresita de qué pasaría si llegara el virus a Colombia, pero no creíamos que fuera posible por lo lejos que estamos de China. Recuerdo que yo estaba preparando mi evaluación diaria, cuando recibí una llamada de mi padre, diciéndome que no había clase por el COVID-19, me sorprendió mucho la noticia, pero no le presté atención, pues pensé que íbamos a volver en poco tiempo.
Pasaron las semanas, nos mandaron a cuarentena, y con mucho tiempo libre, volví a hablar con mis amigos y a jugar videojuegos con ellos. Las primeras semanas de cuarentena se sentían como si todos los días fueran domingo, ya que por trabajo mi mamá y mi hermano, normalmente no estaban en casa y por la cuarentena empezamos a pasar más tiempo juntos, es cierto que hubo una que otra discusión, pero nada serio.
Me acuerdo que, al inicio de cuarentena, sólo mi hermano salía de la casa para pasear al perro y cuando volvía, lo desinfectábamos con un spray extraño que compró mi mamá, e inmediatamente se lavaba las manos o se bañaba si tenía tiempo. En el caso de las visitas, estas no podían entrar a menos de que fuera muy necesario, sólo se quedaban en la puerta, conservando la distancia y con su tapabocas bien puesto. En este momento, seguimos manteniendo las mismas medidas, solo que ya no usamos el spray extraño, sino alcohol, y cada vez que salimos, llevamos nuestro tarrito de gel desinfectante y alcohol, con nuestro respectivo tapabocas.
Después de un tiempo, otros colegios empezaron con las clases virtuales y mi colegio no fue la excepción. Al principio fue algo muy complicado, nos adaptamos lentamente a esta nueva modalidad de estudio, hasta cambiamos de plataforma, y el aula virtual se convirtió en la mejor aliada. Sin embargo, seguíamos teniendo problemas con los micrófonos, pues a algunos se les olvidaba apagarlos y escuchamos uno que otro regaño, ladridos de perro, conciertos en la calle, ventas ambulantes, ambulancias o personas pidiendo cosas. Por otro lado, las redes de internet con frecuencia fallaban y dificultaban la conexión.
Con el tiempo aprendimos a usar mejor todas las herramientas que nos ofrecía la plataforma, y aprendimos a llevar bien la virtualidad, de hecho, una de las ventajas que veo, es que nos hemos vuelto más participativos y unidos, pues encontramos en los juegos en línea y las redes como Discord, una manera de permanecer juntos.
Es cierto que extraño el colegio, mis amigos, mis profesores e incluso la ruta, pero estoy consciente que por nuestra salud y bienestar es mejor que sigamos desde casa, cuidándonos y esperando el día que todos, vacunados y sin tapabocas nos podamos volver a ver.